Recientemente revisando discos flexibles (si, esos que son el icono de guardar) encontré algunos escritos del él que sacaron un par de lágrimas y muchas sonrisas. Hoy quiero compartir con el cyber mundo uno de ellos:
P E N A C A P I T A L
TRAMA
Leonardo
estaba cansado, el juicio que los Primogenios llevan contra él ha tardado más de lo normal, ya que
los delitos de que se le acusan no eran nuevos y casi a diario en
Génesis, su mundo natal, un "Trascendente" era condenado a la pena capital por entrar
secretamente en la biblioteca de cristal en busca de conocimiento, mas, él había
tocado los Prismas del Saber Supremo, cosa que nadie se había atrevido a hacer,
más por miedo a la maldición que por temor a las represalias.
Lentamente
brumosos recuerdos de su pasado corren hacia él, como el día que conoció su
destino al encontrar un Prisma del que la información había sido desechada, su
contacto le transportó a una dimensión
jamás soñada llena de enigmas y ecuaciones que solo el «Arcano» sabia, por esta
razón era totalmente inútil para los «Ababoles» que sólo permitían el
acercamiento a los Prismas Etéreos cuya información todos tanto conocían desde
su infancia.
Las
leyendas también contaban que en un tiempo mucho más lejano que el mayor de los
«Yiones», El Arcano tenía abierta su biblioteca de cristal para todos aquellos
que quisieran aprender de ella, pero un grupo de Trascendentes se apoderó del
Prisma multibiótico y creó un mundo nuevo desafiando el poder del Arcano y sus
advertencias de no jugar con el saber. Por
este motivo los Trascendentes fueron obligados a vivir en ese planeta lejos de cualquier
comprensión de forma y espacio.
Los
Primogenios se habían levantado cuando él regresó a la realidad, pensaban
elaborar el segundo bloque de preguntas con las cuales darían su veredicto
final del cual solo había dos
posibilidades: si el conocimiento adquirido no era lo suficientemente
importante para revelar a los Ababoles secretos prohibidos del Arcano, se le
permitiría vivir apartado de la comunidad en un cristal polidimensional, pero
si el conocimiento que poseía era peligroso, solamente quedaba la pena capital,
y como lo veía Leonardo este era el más probable.
Los
Primigenios entraron nuevamente en el salón Áureo y comenzaron con preguntas
tales como: ¿qué le había impulsado a entrar secretamente en la cámara
prismática?, ¿qué prismas había tocado?, ¿qué había visto?, ¿qué haría si se le
dejase en libertad?, etc. Leonardo contestó cada una de las preguntas sin la
mayor preocupación y con toda la verdad, ya que en Génesis no se conocía la
mentira, pero una pregunta le había dejado pensativo: ¿volvería usted a la
biblioteca a tocar nuevamente los Prismas?
Rápidamente por su cabeza corrieron las horas pasadas, cuando fue descubierto
en la sala prohibida, su persecución, su prendimiento y la colocación de la
sonda del pensamiento, con la cual los
viejos Primogenios podían visualizar todo lo que hubiera en su mente. Rápidamente pensó que si, que volvería a la
biblioteca, que si pudiese tomaría todos y cada uno de los Prismas, que quería
poseer todo el saber del Arcano, eso y mucho más, y de sus labios broto una
sola palabra: «NO».
Todo
estaba dicho, los Primogenios reconocieron en su respuesta la mentira, esa que
sólo puede brindar un gran saber, un saber
que siempre puede construir o destruir. El más viejo de ellos elevo una plegaria
y dictó sentencia: «EN NOMBRE DE EL
PUEBLO DE GÉNESIS, LOS ABABOLES Y NOSOTROS LOS PRIMOGENIOS EN REPRESENTACIÓN
DEL AUSENTE ARCANO TE CONDENAMOS LEONARDO A LA PENA DE MUERTE, SENTENCIA QUE
SERÁ EJECUTADA DE INMEDIATO».
Leonardo
se levantó de su asiento, y él mismo se dirigió al cilindro de cuarzo, se
desnudó y extendió los brazos, al sentir los rayos que harían cumplir su
condena, sintió que viajaba a gran velocidad hacia la luz hasta que logró
tocarla. Unas manos gigantescas lo
tomaron cariñosamente y lloró.
VINCI,
TOSCANA 1.452
Señor
Piero, dijo la voz de una mujer, es un varón, un gordo y sano varón. Piero presuroso se acercó y vió a su esposa
en la cama, a su lado un había un hermoso niño que lloraba, lo tomo en sus
brazos y le dijo: «Tu nombre será Leonardo, Leonardo De Vinci».
Ojala algún día lo leas y sepas que algunos aún te extrañamos R.